La paráfrasis de la frase del maestro del
Libertador se hace necesaria en momentos de crisis, donde la improvisación es
mala consejera.
Mucho se habla de la situación concreta,
cotidiana, en cada esquina: unos se quejan de la situación y endosan
responsabilidades únicas que esconden la interna e individual esperanza de
volver a la época del cupo de viajero en la tarjeta de crédito, la importación
directa de aparatos de última generación y las compras en el supermercado sin
mirar los precios, la cantidad de artículos a consumir además de pagar como
magnate petrolero sin importar el importe de la factura. Otros, irracionalmente
esperan que caiga el gobierno a ver si la situación termina y pueden volver a
viajar.
Lo cierto es que no hay pensamiento
estratégico, perspectivas que reflejen una visión de futuro, las distorsiones
en la economía nos regresaron a una suerte de época de la recolección para
alimentarse inmediatamente, el análisis es tan básico como el hecho de
alimentarse.
En este marco de circunstancias no se
permite el raciocinio, se suspende la estrategia, lo que no refleje problemas
directos no cuenta. Así, el proyecto oligarca tiene carta blanca para
expresarse y hasta para exponerse.
Veamos un ejemplo, Fausto Massó escribe hace
algunos días esta perla:
“…Hay la sospecha de que tan pronto aumente
el precio del petróleo se volverá a la fiesta estatista, porque ya no se
necesitarán inversiones. Por eso mientras no se privatice el petróleo, lo que
sigue siendo una herejía siquiera mencionarlo en Venezuela, imperará el
estatismo, Pdvsa debe pasar a manos privadas, o continuaremos siendo una
economía estatista.
¿Ocurrirá
esto? No, porque en el corazón del venezolano sigue siendo un dogma de fe creer
que el petróleo deba ser nuestro. No hemos aprendido.”
Pudiéramos terminar este artículo con esta
elocuente cita, no obstante, queremos decir algunas cosas más que permitan
diferenciarnos de la política antivenezolana que propone el inefable fausto.
Si en alguna medida hemos podido enfrentar
la abrupta caída de los precios del petróleo y nuestro ingreso como nación es
gracias a que Pdvsa es una empresa de Propiedad Social, es eso lo que determina
que podamos tener una política cambiaria, de asignación de divisas, de
importación de lo necesario, si la importación de lo necesario la dejamos en
manos de los privados que distorsionan todo desde su afán de lucro esa es otra
discusión, pero la garantía de superar la situación que vivimos es justamente
la política de Plena Soberanía Petrolera, el control de la sociedad a través
del Estado de su principal recurso, sin la Plena Soberanía Petrolera no
podríamos plantearnos ninguna política cambiaria, fiscal, programa de
industrialización, de protección de la población, no existiríamos como
sociedad, seríamos subastados, nuestra identidad nacional se extinguiría.
Es el Estado Venezolano actual el único
garante, la única posibilidad de velar por los intereses de los más
vulnerables, los problemas de funcionamiento del Estado no deben negar la
necesidad de su existencia, no será la empresa privada la que velará por los
intereses de los humildes eso lo han demostrado siempre.
Es urgente fortalecer nuestros hitos, ellos
publican sin pudor sus principios, nosotros escondemos los nuestros. La
política de plena soberanía petrolera constituye parte esencial del legado de
Chávez, no es momento de flaquear ante la presión oligarca, no son los
empresarios lo que van a resolver el problema de los alimentos, al contrario,
son los causantes. El control de las divisas por parte del Estado debe
determinar la planificación integral de la economía, los alimentos que importa
el país y que controla CASA, las licencias de Sunagro deben dirigirse a las
herramientas que tiene el Estado para distribuir esos alimentos, los CLAPS
deben conocer el proceso de importación y asignación de insumos y en base a
ello organizar su estructura, no son necesarios empresarios emergentes que se
encarguen de recibir insumos en sacos para empaquetarlos, que obtienen
liquidez, financiamiento de alguna institución del Estado a cambio de
operativos para sus trabajadores, todo el circuito debe planificarlo el Estado
junto a la organización de los trabajadores, utilizando la técnica, los
cálculos adecuados, se pueden atender 20 millones de venezolanos a través de la
organización de los 4 millones de trabajadores de la administración pública,
ese será el inicio de la derrota de la guerra económica.
Si nos empeñamos en solucionar los
problemas creados por el capitalismo ramplón captador de divisas con más
empresarios que debemos financiar no nos diferenciaremos de lo que
históricamente ha sucedido durante un siglo y más en Venezuela, y si no nos
diferenciamos erramos.
No se trata de radicalismos de izquierda, ni de estalinismo trasnochado,
se trata del control de la clase obrera junto a su Estado del destino de la
Patria de Simón Bolívar y el Comandante Chávez.
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