jueves, 6 de octubre de 2016

O NOS DIFERENCIAMOS O ERRAMOS

La paráfrasis de la frase del maestro del Libertador se hace necesaria en momentos de crisis, donde la improvisación es mala consejera.

Mucho se habla de la situación concreta, cotidiana, en cada esquina: unos se quejan de la situación y endosan responsabilidades únicas que esconden la interna e individual esperanza de volver a la época del cupo de viajero en la tarjeta de crédito, la importación directa de aparatos de última generación y las compras en el supermercado sin mirar los precios, la cantidad de artículos a consumir además de pagar como magnate petrolero sin importar el importe de la factura. Otros, irracionalmente esperan que caiga el gobierno a ver si la situación termina y pueden volver a viajar.

Lo cierto es que no hay pensamiento estratégico, perspectivas que reflejen una visión de futuro, las distorsiones en la economía nos regresaron a una suerte de época de la recolección para alimentarse inmediatamente, el análisis es tan básico como el hecho de alimentarse.

En este marco de circunstancias no se permite el raciocinio, se suspende la estrategia, lo que no refleje problemas directos no cuenta. Así, el proyecto oligarca tiene carta blanca para expresarse y hasta para exponerse.

Veamos un ejemplo, Fausto Massó escribe hace algunos días esta perla:

         “…Hay la sospecha de que tan pronto aumente el precio del petróleo se volverá a la fiesta estatista, porque ya no se necesitarán inversiones. Por eso mientras no se privatice el petróleo, lo que sigue siendo una herejía siquiera mencionarlo en Venezuela, imperará el estatismo, Pdvsa debe pasar a manos privadas, o continuaremos siendo una economía estatista.
        ¿Ocurrirá esto? No, porque en el corazón del venezolano sigue siendo un dogma de fe creer que el petróleo deba ser nuestro. No hemos aprendido.”


Pudiéramos terminar este artículo con esta elocuente cita, no obstante, queremos decir algunas cosas más que permitan diferenciarnos de la política antivenezolana que propone el inefable fausto.

Si en alguna medida hemos podido enfrentar la abrupta caída de los precios del petróleo y nuestro ingreso como nación es gracias a que Pdvsa es una empresa de Propiedad Social, es eso lo que determina que podamos tener una política cambiaria, de asignación de divisas, de importación de lo necesario, si la importación de lo necesario la dejamos en manos de los privados que distorsionan todo desde su afán de lucro esa es otra discusión, pero la garantía de superar la situación que vivimos es justamente la política de Plena Soberanía Petrolera, el control de la sociedad a través del Estado de su principal recurso, sin la Plena Soberanía Petrolera no podríamos plantearnos ninguna política cambiaria, fiscal, programa de industrialización, de protección de la población, no existiríamos como sociedad, seríamos subastados, nuestra identidad nacional se extinguiría.

Es el Estado Venezolano actual el único garante, la única posibilidad de velar por los intereses de los más vulnerables, los problemas de funcionamiento del Estado no deben negar la necesidad de su existencia, no será la empresa privada la que velará por los intereses de los humildes eso lo han demostrado siempre.

Es urgente fortalecer nuestros hitos, ellos publican sin pudor sus principios, nosotros escondemos los nuestros. La política de plena soberanía petrolera constituye parte esencial del legado de Chávez, no es momento de flaquear ante la presión oligarca, no son los empresarios lo que van a resolver el problema de los alimentos, al contrario, son los causantes. El control de las divisas por parte del Estado debe determinar la planificación integral de la economía, los alimentos que importa el país y que controla CASA, las licencias de Sunagro deben dirigirse a las herramientas que tiene el Estado para distribuir esos alimentos, los CLAPS deben conocer el proceso de importación y asignación de insumos y en base a ello organizar su estructura, no son necesarios empresarios emergentes que se encarguen de recibir insumos en sacos para empaquetarlos, que obtienen liquidez, financiamiento de alguna institución del Estado a cambio de operativos para sus trabajadores, todo el circuito debe planificarlo el Estado junto a la organización de los trabajadores, utilizando la técnica, los cálculos adecuados, se pueden atender 20 millones de venezolanos a través de la organización de los 4 millones de trabajadores de la administración pública, ese será el inicio de la derrota de la guerra económica.

Si nos empeñamos en solucionar los problemas creados por el capitalismo ramplón captador de divisas con más empresarios que debemos financiar no nos diferenciaremos de lo que históricamente ha sucedido durante un siglo y más en Venezuela, y si no nos diferenciamos erramos.

No se trata de radicalismos de izquierda, ni de estalinismo trasnochado, se trata del control de la clase obrera junto a su Estado del destino de la Patria de Simón Bolívar y el Comandante Chávez.

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