domingo, 24 de julio de 2016

EL PRECIO JUSTO ¿DE DÓNDE VIENE?

         Es común por estos días mencionar la frase “Precios Justos”, eso en pleno siglo XXI suscita contradicciones a la hora de esperar o exigir tal cosa, en otras palabras, resulta contradictorio esperar “precios justos” del capitalismo que, en cualquiera de sus formas (salvaje, rentista, rentístico, desarrollado, periférico), siempre tiene por objetivo el lucro.
            En Venezuela se desarrolla una extendida operación de revisión del sector comercio fundamentalmente, ejecutada por diversos organismos del Estado, no es obejto de este trabajo evaluar el desempeño de estos organismos, ni las consecuencias que ha traído en la actuación de la población.
        No obstante, debemos establecer algunas premisas que se desprenden de lo sucedido hasta ahora, y de lo expresado por algunos de los principales dirigentes de la Revolución:
        Primero: los precios que se asumen como “justos” son fijados por los mismos establecimientos requisados. Precisemos un poco, cuando se hacen las inspecciones se verifica el monto que el propio establecimiento tiene en sus archivos y en cuánto por encima de eso se vende al público, por tanto, este valor base que justamente es el llamado precio justo, corresponde a un precio que igualmente reporta ganancias a los capitalistas comerciales. Todo lo anterior permite concluir que los “precios justos” de cumplirse, no constituyen ningún peligro para el capitalismo.
        Segundo: debemos considerar que en el caso venezolano lo que ocurre no corresponde a un desequilibrio accidental entre el sector extractivo (primario, de materias primas), el sector industrial (secundario), y el sector comercial (terciario) como pretenden establecer algunos técnicos económicos. Digamóslo de otra manera, los capitalistas en Venezuela no necesitan “producir” para cumplir con su objetivo central (el lucro), simplemente persiguen drenar la renta hacia sus bolsillos por cualquier vía, y claro está, la expresión política que se corresponde con esta práctica es la toma del poder por los representantes naturales del capitalismo.
            Tercero: la falsa premisa del desequilibrio entre los tres sectores de la economía (primario, secundario, terciario) sirve de base a la propuesta de un pacto económico y político con el capitalismo para que “produzca y distribuya a precios justos”, esto se puede expresar de mil maneras: “hay que estimular el aparato productivo”, otros con un tufo pseudomarxista dicen: “hay que desarrollar las fuerzas productivas”, algunos echan mano de la retórica altisonante y dicen: “necesitamos empresarios patriotas”, se habla además de meter los porcentajes de ganancia en cintura, en pocas palabras, se pretende regular al capitalismo, al que surgió antes de la revolución y al que pretende formarse, siempre al amparo de la renta petrolera.
            Dicho todo esto, veamos un poco de historia, analizaremos a continuación el papel de la Iglesia en la Edad Media, y su intento interesado de regular al capitalismo, incipiente en ese momento y que se manifestaba en el desarrollo del comercio:  
“Después de la caída de Roma, la Iglesia había adquirido cada vez más los caracteres de una institución, aumentando mucho su poder espiritual y material. En la Edad Media se convirtió, en su aspecto secular, en uno de los pilares más importantes de la estructura económica existente. Su propiedad territorial había crecido en tal grado, que la iglesia era el más poderoso de los señores feudales. Pero mientras que los señores feudales temporales estaban dispersos y carecían de lazos de unidad nacional, la iglesia poseía una unidad de doctrina que le daba un poder universal. Esta combinación de poder secular y espiritual tuvo por consecuencia una armonía completa entre las doctrinas de la iglesia y la sociedad feudal. Esta armonía es lo que explica por qué la iglesia podía pretender dirigir todas las relaciones y toda la conducta de los hombres en este mundo y al mismo tiempo dictar los preceptos que los llevarían a su salvación espiritual.”
Además, “las ideas económicas formaban parte de las enseñanzas morales del cristianismo. Pero, sin embargo, el dogma cristiano no fue suficiente. El mundo medieval no podía renunciar a la naturaleza ética de sus doctrinas sin perder su razón de ser espiritual, pero puesto que sus raíces también se hundían en las condiciones económicas de la sociedad feudal, combinó las enseñanzas de los Evangelios y de los primeros Padres de la Iglesia con las de Aristóteles, el filósofo que había atemperado sus opiniones realistas sobre el proceso económico con postulados éticos (...) Los canonistas aceptaron la distinción aristotélica entre la economía natural del hogar y la antinatural de la ciencia del abastecimiento, o sea el arte de ganar dinero. La economía es, para ellos, un cuerpo de leyes, no en el sentido de leyes científicas, sino en el de preceptos morales encaminados a conseguir la buena administración de la actividad económica. La parte de la economía que en la práctica era muy parecida a la que había expuesto Aristóteles, se apoyaba en una base teológica cristiana. Ésta condenaba la avaricia y la codicia y subordinaba el mejoramiento material del individuo a los derechos de sus semejantes, hermanos en Cristo, y a las necesidades de salvación en el otro mundo”.
Como vemos hasta aquí, es un asunto moral, si se quiere ético, de buena administración, el que se porten bien los comerciantes de la época, dicho sea de paso debemos referir que la Iglesia no condenaba “la institución de la propiedad” aunque sí atacan muchas de sus manifestaciones, incluso “se puso en duda todo el fundamento del comercio, al argüir Tertuliano que eliminar la codicia era eliminar la razón de la ganancia y, por lo tanto, la necesidad del comercio. San Agustín temía que el comercio apartáse a los hombres de la búsqueda de Dios; y a principios de la Edad Media era común en la Iglesia la doctrina de que “nullus christianus debet esse mercator”.
Pero indaguemos un poco más:
“… A fines de la Edad Media estas opiniones sobre la propiedad y el comercio se encontraron en diametral oposición con un sistema económico firmemente atrincherado que descansaba en la propiedad privada y con un comercio muy ampliado producido por el crecimiento de las ciudades y la expansión de los mercados. Ante esta nueva situación económica no podía prevalecer la intrasingencia de la Iglesia primitiva…” y así llegamos a las nuevas posiciones de (Santo) Tomás de Aquino de concilio entre el dogma teológico y las nuevas condiciones imperantes desde el punto de vista económico, vemos las características de la nueva situación definida desde la óptica de la Iglesia:
“Respecto a la propiedad, no admitía los derechos ilimitados que concedía el derecho romano, que de nuevo empezaba a privar (*) y así se deslizan sutilmente para definir que “no la institución en sí misma, sino el modo de usarla, es lo que determinaba su bondad o su maldad (…) Era el más allá lo que importaba: la conducta en este mundo tenía que ser juzgada por referencia a la salvación definitiva. Santo Tomás no pretendía que la riqueza no fuese natural y buena en sí misma, sino que la clasificaba entre otras imperfecciones de la vida terrena del hombre, inevitable, pero que debían mejorarse tanto como lo permitiera su propia naturaleza”.
Pero sigamos indagando, de estas premisas expuestas hasta aquí, llegamos finalmente a lo que hoy, casi ocho siglos después, nos parece una meta: “el precio justo”.
“Aunque estaba dispuesto a llegar [Santo Tomás de Aquino] en sus restricciones del derecho de propiedad, hasta el punto de justificar el robo por necesidad, se daba perfecta cuenta de las consecuencias de la posición social en la sociedad feudal. Ordena, por ejemplo, dar limosna, pero sólo hasta el punto en que ello no obligue al dadivoso a vivir en condiciones inferiores a las de su posición social.
De este concepto de la propiedad nace naturalmente una transigencia ante el problema del comercio. Santo Tomás no lo considera bueno ni natural; antes, al contrario, comparte la opinión de Aristóteles de que es antinatural, y añade que implica perder el estado de gracia. Pero era un mal inevitable en un mundo imperfecto, y únicamente podía justificarse si el comerciante buscaba sostener con él su hogar y cuando tenía por objeto beneficiar al país. Las ganancias obtenidas entonces en el comercio no eran sino la recompensa del trabajo. La justificación del comercio dependía asimismo de si el cambio efectuado era justo, es decir, si lo que se había dado y lo que se había recibido tenían igual valor. En este punto Santo Tomás se inspiró de nuevo en Aristóteles, cuyo análisis del valor de cambio está contenido, como hemos visto, en su estudio de la justicia. Pero también tuvo otra fuente. Los primeros Padres de la Iglesia, no obstante su general antipatía por el comercio, tuvieron que hacerle frente a una práctica que condenaban, pero que no podían abolir; y también habían intentado hacerlo formulando el principio del “precio justo”. Era este un precio objetivo, inherente a los valores de las mercancías, y apartarse de él era infringir el código moral.
Es imposible descubrir qué es lo que, a los ojos de los teólogos, determinaba ese precio, ni explicarlo en términos que tengan alguna semejanza con las teorías económicas modernas. San Agustín, en su famoso ejemplo del comprador honrado, sólo dice que, aunque el vendedor ignoraba el valor del manuscrito que vendía, el comprador pagó el “precio justo”. Más tarde, se encuentra algún intento en formular una teoría del “precio justo” en los escritos de Alberto Magno, en una breve alusión desarrolla las ideas de Aristóteles insistiendo en que, idealmente, deben cambiarse mercaderías que supongan la misma cantidad de trabajo y de gasto. También Santo Tomás de Aquino parece haber sustentado una vaga teoría del valor de cambio con base en el costo de producción, la cual revistió igualmente una forma ética. El costo de producción se determinaba por el principio de la justicia, a saber, lo que era necesario para la subsistencia del productor. Sin embargo, la idea del “precio justo” expresaba, en general, poco más que la del precio convencional. Sobre todo, estaba concebido para evitar el enriquecimiento por medio del comercio.”
Pero para concluir nuestra indagación, veamos cuál fue el desenlace:
“Aún así, el avance del comercio fue lo suficientemente rápido para obligar a la Iglesia a retirarse de su posición original. El mismo Santo Tomás había permitido algunas oscilaciones en torno al “precio justo” de acuerdo con las fluctuaciones del mercado; había justificado, en particular, que el vendedor pidiera un precio más alto cuando, de otra manera, sufriría pérdidas. Y otros escritores posteriores formularon nuevas limitaciones. El costo del transporte de las mercancías al mercado, los errores de cálculo y la diferencia de posición de los participantes en el cambio se convirtieron en razones válidas para apartarse del “precio justo”.” (1)

Como vemos, los intentos de la Iglesia por conciliar lo que moral y éticamente decían defender, con el capitalismo incipiente fracasaron, fracasó el intento de regular al capitalismo, de que se porte bien.
Resta establecer algunas premisas para avanzar, que prefiguren a dónde queremos llegar si lo que transitamos es el camino del Socialismo:
En primer lugar, abordar la situación actual desde un discurso que apunte a los mecanismos del capitalismo y no a la buena voluntad de capitalistas patriotas que no existen, ni existirán.
Segundo: En Venezuela la construcción del Socialismo pasa por resolver el dilema ¿qué hacer con la renta? Dilema que tiene dos grandes respuestas: una, la renta se utiliza para apuntalar al capitalismo “productivo” a la par que se intenta mantener el nivel de distribución social de la renta. Dos, se usa la renta para construir una poderosa zona de Propiedad Social de los medios de Producción administrada por el Estado con arreglo a las verdaderas necesidades sociales, suprimiendo las categorías que hacen posible al capitalismo, a través de la eficaz Planificación Centralizada, de una nueva cultura del trabajo (el que transforma la naturaleza, en armonía con ella), todo lo cual redundará en la integración de la sociedad, en la participación verdadera y plena de la población, en una frase, Edificar el Socialismo desde sus bases materiales hasta la cúspide: La Conciencia Social.
(1)  Las citas fueron tomadas del libro “Historia de las Doctrinas Económicas”. Eric Roll. Fondo de Cultura Económica. 2010. Pág. 42-46.
(*) Los romanos crearon tanto una ciencia como un arte del derecho que, en los siglos posteriores, se convirtió en la base de los sistemas legales de numerosos países (…) Del derecho romano provienen análisis de ciertos conceptos como: la naturaleza y significación del dinero, el interés, el dominio del lujo, la teoría de la omnipotencia del Estado, pero además, disociaron el derecho de la religión y fundaron el moderno derecho de propiedad.

sábado, 9 de julio de 2016

La Inflación, Venamcham y la Economía Política Venezolana

Antes de entrar en materia objeto de estudio de este artículo, a saber, la inflación, veamos qué es Venamcham (Cámara venezolano americana de Comercio e Industria):
En su portal web podemos encontrar la siguiente información “al cierre del año 2013 tiene 1054 empresas afiliadas, de las cuales 74% son empresas venezolanas, 15% son estadounidenses, y el restante 11% son de 28 otros países de Latinoamérica, Europa y Asia.”
Además hablan de sus objetivos “Desde su fundación en 1950, VenAmCham ha concentrado sus esfuerzos en promover el comercio, las inversiones y la constante búsqueda de beneficios y mejores servicios para sus miembros.” En este aspecto son taxativos, pero además, llama la atención la fecha de fundación de esta cámara de comercio, analizando a grandes rasgos la evolución del pensamiento económico venezolano en la primera mitad del siglo XX, nos encontramos con la fundación de Fedecamaras en 1943, cuyo rol según sus propios fundadores era el de erigirse como un sindicato para la protección de sus intereses empresariales. Históricamente hablando, la fundación de Venamcham coincide con la de Fedecamaras, más adelante trataremos de explorar con respecto a la Venezuela de esos años.

Venamcham como creador de matrices de opinión

Entre los objetivos de esta cámara no sólo figuran los descritos arriba, también en su página web oficial describen su intención de erigirse como fuente difusora y promotora de sus intereses empresariales en alianza con medios de difusión masivos dentro y fuera de Venezuela: “…Promover y difundir la misión, actividades y criterios de VenAmCham a los afiliados y la opinión pública nacional e internacional, contribuye a consolidar el prestigio de la Cámara como fuente seria, objetiva y confiable de información económica y de interés empresarial. Se encarga de la emisión continua de información y mantiene sólidos vínculos con los medios de comunicación social y agencias de noticias nacionales e internacionales.” Queda claro hasta aquí que esta cámara de comercio tiene claros sus intereses, y se dedica a la formación de personal que los ayude a defenderlos. Uno de ellos es Pedro Palma, dedicado al menos desde el año 2000 a estas labores.
Un breve repaso histórico
Para completar el contexto en el que se exponen las opiniones sobre la inflación en Venezuela que analizaremos en el desarrollo de este trabajo, conviene repasar algunos aspectos históricos que recrean las circunstancias en las cuales se establece en Venezuela, la cámara Venamcham.
Intentaremos destacar los aspectos más resaltantes que definen la evolución de la sociedad venezolana en la primera mitad del siglo pasado, referidos a las condiciones materiales de la economía venezolana en ese período, y a su principal exponente: el petróleo.
No nos detendremos en los detalles vinculados al aparecimiento del petróleo en nuestro país dado que anteceden al período a estudiar, por tanto, iniciaremos nuestra breve indagación con el período al frente del país de la dictadura de Juan Vicente Gómez, período en el cual germina la actividad petrolera en Venezuela.
Con el régimen gomecista de corte liberal se inaugura en Venezuela según nos dice Asdrúbal Baptista “…con la autoridad del gobierno central en todo el territorio nacional. Ello era indispensable para poder dar impulsos sólidos a una economía muy atrasada.” (1).
¿En qué consistieron estos impulsos dados a la economía?     
Estaban relacionados por una parte, con la incursión de capital foráneo interesado en la actividad petrolera, y por la otra a la correspondiente renta de la tierra que de esa actividad se desprendía. Es así como en 1920, con Gumersindo Torres al frente del Ministerio de Fomento, se promulga la primera Ley de Hidrocarburos de nuestro país, la cual establecía la mencionada renta de la tierra a favor del Estado Venezolano como “pensión” o “canon de arrendamiento”, con la particularidad de que esta renta era percibida, al principio, por los terratenientes propietarios de las tierras objeto de explotación petrolera por parte de las compañías extranjeras, lo cual no es un detalle menor, dado que a partir de este hecho se genera la polémica con quienes planteaban (principalmente Vicente Lecuna) que dicha renta debía ser percibida por el Estado. No obstante, esta posición encabezada por Lecuna, obedecía a los intereses del sector privado que representaba: la banca.
Podemos establecer los años que van desde 1920, cuando se promulga la ley de hidrocarburos, y 1925, cuando Venezuela se convierte en el primer país exportador de petróleo, y segundo productor luego de Estados Unidos, como los años donde se inicia la preponderancia del Petróleo como actividad económica central de la economía venezolana.

Consecuencias de lo descrito

Por razones de espacio no nos detendremos a señalar el contexto internacional (2) en el que ocurren todos estos eventos descritos, en lugar de ello, resulta relevante destacar las contradicciones surgidas en el seno de las clases dominantes a partir del auge de la actividad petrolera en Venezuela.
La renta creciente proveniente del petróleo plantea la necesidad de definir su utilización. Existían dos posiciones fundamentales: “De un lado, con una política de librecambio y aranceles bajos, y con la abundante renta petrolera puesta en circulación por los diferentes mecanismos del presupuesto gubernamental, se abarataría de inmediato y de manera considerable el nivel de vida en Venezuela, al importarse alimentos de todo género y productos de consumo…” (3) . Esta es la posición de la banca y el sector comercial, que a la larga se impuso.
“…Del otro lado, se podían imponer altos aranceles proteccionistas para alentar las actividades económicas existentes, o para crear nuevas, lo que implicaba un alto costo de la vida interno, pero así se permitiría la transformación de la renta en capital productivo…” (4). Esta postura plantea utilizar la renta para subsidiar a los sectores golpeados dado el auge petrolero (fundamentalmente la agroindustria, que tenía como principal rubro de exportación el café). Es también la postura defendida por personajes de la burguesía ilustrada como Arturo Uslar Pietri, entre otros, que logra llegar a la conducción del Estado con Medina Angarita, Rómulo Gallegos, por ejemplo, pero que pierde la pugna con la -en aquel entonces pujante- burguesía financiera y comercial, hoy transnacionalizada, que incluso organiza su gendarmería en 1943 con la creación de Fedecamaras.

Un hecho relevante para lo que nos ocupa lo constituye el Tratado de Reciprocidad Comercial con Estados Unidos, firmado durante el gobierno de Eleazar López Contreras (el 6 de noviembre de 1939), y a través del cual Venezuela importa toda clase de mercancías y sólo vende como contrapartida petróleo.
El otro aspecto que queremos destacar ocurre durante el gobierno de Isaías Medina Angarita, y es la pugna interburguesa que referimos más arriba, entre la oligarquía financiera y comercial (formada al amparo de la administración de la renta y a hechos como el tratado antes citado de reciprocidad comercial con Estados Unidos) y la oligarquía industrial, que agrupaba a los desplazados representantes de la agroindustria y las manufacturas, que contaba además con intelectuales como Alberto Adriani, Arturo Uslar Pietri y Manuel Egaña. De esta pugna surgen en el gobierno de Medina Angarita medidas como el control de precios, el control cambiario, la formación de una red estatal de alimentos, se crea una lista de alimentos esenciales, todo además en el contexto del pleno desarrollo de la Segunda Guerra Mundial (hablamos del año 1941), se intenta derogar el tratado de reciprocidad comercial con Estados Unidos, se toman medidas contra las ganancias empresariales, se reforma la Ley de Hidrocarburos con el objetivo de obtener mayor renta del petróleo y en el marco de la inminente incursión de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, este último acepta la reforma. La burguesía bancaria y comercial acusaba entonces al gobierno de Medina de intervencionista, y es al poco tiempo, en 1943, cuando se funda Fedecamaras como ya hemos mencionado.
Luego vendría, hacia el final de la Segunda Guerra, la Cumbre de Bretton Woods (Julio de 1944), donde Estados Unidos fija las normas que regirían el comercio internacional en torno al dólar y a través de organismos como la ONU, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Venezuela suscribe con reservas el acuerdo, buscando resguardar, ante las nuevas circunstancias mundiales, el ingreso proveniente de la renta.
Con evidencia de participación estadounidense, Medina Angarita es derrocado en 1945, pocos meses después de Bretton Woods, la misma suerte correría luego Rómulo Gallegos en 1948, Venamcham como ya mencionamos es creada en 1950, luego se profundiza, sobre todo con la llegada del Pacto de Punto Fijo, el rentismo petrolero que aún hoy conocemos.

Pedro Palma, discípulo de Venamcham

Comenzamos a entrar en materia luego de un necesario preámbulo, Pedro Palma es Economista, Profesor del IESA, socio fundador de Ecoanalítica-metroeconómica, individuo de número fundador de la Academia Nacional de Ciencias Económicas de Venezuela desde 1984, y para no redundar, fue presidente de Venamcham (2000-2002). Este personaje escribe un artículo en Enero de 2014 titulado “La inflación y su solución”, disponible en internet y que a continuación analizaremos como base para la discusión de las causas de la inflación en Venezuela.
Dice Palma: “La alta inflación en Venezuela se debe a múltiples factores, muchos de ellos debidos a las políticas públicas que se han venido aplicando”. De existir factores que producen inflación referidos al sector privado ya de antamano Palma anuncia que no los analizará.
Más adelante nos dice este Master y Ph.D. en Economía de la Universidad de Pennsylvania: “Por varias razones, el sector productivo local no ha elevado la producción con la misma intensidad que ha crecido la demanda creando una dependencia cada vez mayor de las importaciones, las cuales se ven estimuladas por la alta sobrevaluación de la moneda”. En este párrafo se señala a las importaciones como un factor fluctuante de nuestra economía cuando en realidad forma parte de la estructura rentista erigida al menos desde 1939, para ser cautos, con la firma del Tratado de reciprocidad comercial con Estados Unidos.
Acto seguido dice: “La pérdida de capacidad competitiva y la imposibilidad cada vez mayor de acceder a las divisas para importar son importantes limitantes a la expansión de la producción.” Como vemos, al analizar con detenimiento se encuentran contradicciones entre un párrafo y otro, primero se desconoce la singularidad del rentismo venezolano, para luego reconocer el carácter importador de lo que él eufemísticamente llama “expansión de la producción”, y lo reafirma sin desparpajo al decir “los excesivos controles impuestos a las empresas privadas también han contribuido a restringir la producción”. Y después encuentra un culpable de sus males: el Estado, dice: “Adicionalmente, muchas de las empresas que fueron expropiadas en el pasado, al pasar a manos del Estado se vuelven mucho menos eficientes, al producir tan solo una fracción de lo que producían en manos privadas. Todo ello ha contribuido a crear un desbalance entre oferta y demanda que agrava la inflación.” 

Los Costos de Producción y la Ganancia 

Uno de los factores que asume Palma como causante de la inflación, y que no podemos dejar de mencionar, son los costos de producción, veamos qué dice al respecto: “el aumento de los costos de producción ha impulsado los precios al alza. Además del encarecimiento de los factores de producción, los costos esperados de reposición se han disparado como producto de las dificultades cada vez mayores para tener acceso a las escasas divisas preferenciales, y del alza desmedida del tipo de cambio en el mercado paralelo o negro. Esto ha generado mayor inflación, pues aun cuando los productores estén produciendo con insumos que importaron con dólares preferenciales, o los comerciantes hayan importado los productos que venden con ese tipo de divisas, no pueden establecer los precios de sus bienes basados en ese costo, ya que cada vez es menos probable que en el futuro sigan teniendo acceso a esas divisas subsidiadas, lo que aumenta sus costos de importación. Eso los lleva a aumentar los precios hoy para mañana contar con los bolívares necesarios para comprar los dólares más caros. Todo lo anterior, combinado con unas bajas inversiones que limitan la eficiencia y la productividad de muchas empresas debido a la actitud hostil y de amedrentamiento gubernamental, explica en buena medida las altas y crecientes presiones inflacionarias actuales.”
La extensa cita es necesaria para esclarecer varios aspectos. Comencemos por un análisis básico que con toda seguridad conoce Pedro Palma. En la formación de precios existen al menos dos fuentes fundamentales: una, son los costos de producción y, la otra, muy poco mencionada por Economistas como el señor Palma, son las ganancias, es decir, los precios pueden aumentar porque aumentan los costos de producción pero también pueden aumentar si aumentan las ganancias del capitalista. Analicemos ahora las causas del aumento de los costos de producción que argumenta el señor Palma.
El aumento de los costos para este Economista de Pennsylvania se debe a una incertidumbre autoaplicada por preocupados empresarios que “aun cuando (…) estén produciendo con insumos que importaron con dólares preferenciales, o los comerciantes hayan importado los productos que venden con ese tipo de divisas, no pueden establecer los precios de sus bienes basados en ese costo, ya que cada vez es menos probable que en el futuro sigan teniendo acceso a esas divisas subsidiadas, lo que aumenta sus costos de importación”. Aquí reconoce, sin decirlo, que los capitalistas reciben las divisas oficiales, y al mismo tiempo reconoce que no acuden al mercado ilegal de divisas, sino que aumentan los precios por si alguna vez tienen que acudir, esto sin indagar acerca de si contribuyen o no a su formación.

Divisas Otorgadas

Debemos agregar que en 2012 fueron liquidados en Cadivi  31.145 millones de dólares, para 2013 estaban autorizadas 33 mil millones de dólares más, y para 2014 se anunció la disposición de 42 mil millones de dólares, que le parecen escasos a Palma pero que constituyen por ejemplo: en el caso de lo otorgado en 2012, el 86% del PIB de Panamá, equivale a 3 veces el PIB de Nicaragua, y es 2.2 veces el PIB de Camboya, durante el mismo año 2012. Pero además, la cifra otorgada en 2013, 33 mil millones de dólares, equivale a 2 veces el fondo creado por el Banco Mundial y la Asociación Internacional de Fomento para la lucha contra la pobreza, más allá de las conjeturas que hagamos acerca de las intenciones de estos organismos, destinaron a ese fin 16.300 millones de dólares.
Como vemos los precios no aumentan porque aumenten los costos de producción como afirma Pedro Palma, lo que aumenta son las ganancias del capitalista que sube los precios no sólo por incertidumbre autoinfringida, sino por la posición política que representa esta postura, pero dejemos que sea el mismo Palma quien cierre este artículo, expresando estas posiciones y haga sus vaticinios, que más suenan a amenazas, para este año: “Decir que la inflación es producto de la especulación masiva y de una guerra económica que hay que abatir a través de controles de precios y de márgenes de ganancia, es ignorar las verdaderas causas que la originan. Esas medidas no solventarán el problema. Por el contrario, lo agravarán, ya que después de una posible moderación inicial del aumento de precios, arreciará la escasez y vendrá un rebote inflacionario.”

A modo de Conclusión

La Economía Política venezolana supone para la Revolución Bolivariana un formidable reto, resolver el dilema que supone la interrogante ¿qué hacer con la renta petrolera?. 
La oligarquía finaciera y comercial tienen su respuesta, igual de impracticable que la intentada por oligarquía industrial al menos desde el famoso editorial del 14 de julio de 1936 “Sembrar el petróleo” de Uslar Pietri.  
La respuesta de la Revolución Bolivariana sigue inconclusa, espera por el concurso de los modestos esfuerzos de los revolucionarios de hoy.


(1)    Asdrúbal Baptista. Itinerario por la Economía Política. La Economía Política de Venezuela. Página 279. 
(2)    Debemos señalar al menos, que el mundo se encontraba en medio de las contradicciones interimperiales que propiciaron la primera guerra mundial (1914-1918), irrumpía en el mundo la Revolución Bolchevique (1917), y se aproximaba la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
(3)    Idem. Página 282
(4)    Idem. Página 283