martes, 20 de septiembre de 2016

VENEZUELA Y EL PETRÓLEO

Desde principios del siglo XX hasta la actualidad la pugna sigue vigente   

La primera característica de la sociedad venezolana la constituye sin duda, el hecho de ser una sociedad capitalista y rentística al mismo tiempo, aspecto central para entender el desenvolvimiento de su estructura social y económica, acercarnos a esta realidad es posible desde varias aristas, veamos:

Desde el punto de vista histórico

A principio del siglo XX, la Venezuela antes del petróleo era una Venezuela precapitalista, era un país rural, fuera de las exportaciones de Café y Cacao y la actividad que generaba en puertos y a partir de las casas comerciales, era un país basado en la economía de subsistencia, cruzado por guerras civiles desde 1810, con caudillos ubicados por zonas de influencia, sin vías de comunicación, ni escuelas, pocos estudiantes universitarios. Es este el contexto que precede a la llegada de la explotación petrolera a partir de las primeras concesiones mineras otorgadas a empresas extranjeras a inicios del propio siglo XX, observemos ahora el marco en el cual se otorgaban estas concesiones.
“…La legislación minera venezolana establecía, a principios de siglo, la libre propiedad del Estado (…) este concepto implica que las minas constituyen propiedad estatal, con lo cual se les niega la propiedad privada sobre las mismas a los superficiarios…” 1 Esta legislación de origen minero provenía de la época de El Libertador Simón Bolívar en el siglo XIX, e implicaba la salvaguarda de la propiedad sobre minas y yacimientos a pesar de las facilidades que se otorgaban tanto a las empresas extranjeras como a la clase dominante de la época: los terratenientes. Podemos resumir el contenido de esta legislación a partir de los siguientes aspectos:
En la ley de minas de 1909 se establecen concesiones para la exploración y explotación petrolera a través de concesiones mineras por tiempo limitado (para controlar la explotación de los yacimientos) bajo la figura de contratos, con impuestos invariables y con opción a ser renovadas esas concesiones. La naturaleza de los impuestos que se establecen corresponden al que se percibe por parte del Estado al gravar cualquier otra actividad (como la agricultura, ganadería…).
La primera perforación exitosa ocurre en 1912, hasta entonces no existía la noción clara en los dirigentes del país, de la importancia que tendría el petróleo en el futuro de Venezuela. Se puede establecer el acaecimiento de la Primera Guerra Mundial como el punto clave que permitió esclarecer la extraordinaria importancia del petróleo tanto en la guerra como en la industria moderna en auge en el mundo, lo cual tuvo su correspondiente en nuestro país expresado en el cambio de la libre propiedad estatal a la propiedad nacional de los yacimientos. Veamos lo dicho por el Ministro de Fomento de entonces, Gumersindo Torres: “…Hasta hace poco, verdaderamente a ciegas se procedió en los contratos, que para exploraciones y explotación del petróleo se celebraron, por lo que de ellos pocas o ningunas ventajas ha obtenido la Nación…”2 Ya era patente la intención del Estado de entonces de llegar a una nueva situación que parte de la nueva definición de la Propiedad, definición que da origen a nuevas relaciones que Torres expresa de la siguiente forma “En concepto de la legislación venezolana vigente, las minas son de la Nación, puesto que su concesión es temporal. El impuesto minero es, por consiguiente, una participación en los beneficios…”. 3 
Es en este marco que se promulgaría en 1920 la primera Ley de Hidrocarburos de Venezuela. Veamos en palabras de Domingo Alberto Rangel algunas de las consecuencias del auge petrolero iniciado en esos años: “El circuito monetario, que comenzaba en la Venezuela anterior cuando se vendía la cosecha cafetera y se cerraba al utilizar la masa de divisas así obtenidas en el exterior, cambia ahora su centro de gravedad. La moneda venezolana encuentra en la oferta de divisas de las petroleras su principal manadero. Se abre el proceso en el momento cuando las compañías adquieren bolívares para pagar sus impuestos y salarios en el país. Y se cierra al disponer la economía nacional de aquellos recursos para financiar sus importaciones. La cosecha de café se ve relegada a un escalón subalterno porque ya no brotan de ella los ingresos monetarios que, a través de ese circuito, mueven los mecanismos del ingreso nacional”.4
Este desplazamiento en el ingreso nacional que va de la fluctuante actividad cafetalera a los ingresos provenientes de la actividad petrolera, en desarrollo por las empresas extranjeras, determina también la naturaleza de la burguesía mercantil venezolana, y sienta las bases de lo que hoy conocemos como la Venezuela rentista, es decir, esta burguesía mercantil en auge lo está al amparo del ingreso proveniente del petróleo, y no porque encabece el proceso de superación de las relaciones feudales en Venezuela, o dicho en palabras de Domingo Alberto “…El petróleo permitió ampliar los límites objetivos de la actividad mercantil sin ninguna transformación interna (…) El petróleo emancipa la demanda de las fuentes internas de producción. Al hacerlo es ya factible que el comercio crezca de espaldas a la realidad íntima del país. Aún con la más generalizada miseria campesina podían los comerciantes hinchar su prosperidad porque el ingreso petrolero, domiciliado en las grandes ciudades de la costa, sostenía una demanda de invernadero.” 5

El petróleo, fuente estable de ingresos para el país

Podemos resumir el impacto de la explotación petrolera antes descrito diciendo que el petróleo se convierte en una fuente estable de ingresos para el país, desplazando a la actividad agrícola pero sin que mediara una reforma agraria entre una sociedad precapitalista y una capitalista, que sostuviera un proceso de industrialización, de desarrollo de las fuerzas productivas. En cambio, el país comienza a acumular dólares y a importar, fundamentalmente bienes y servicios para satisfacer la “demanda de invernadero” ocasionada por las nuevas condiciones, y separada de las condiciones internas de producción. Es así como se hace necesaria una política monetaria que de cuenta de la nueva situación, que defina el uso de los crecientes ingresos petroleros.
Arribamos de esta manera a un punto clave, de definición de proyectos de utilización de la renta petrolera, y a la vez, se define el rumbo hacia el capitalismo rentístico, este punto clave es el debate Lecuna-Torres, que resumiremos a continuación:
Cuando el petróleo en Venezuela se traduce en una fuente de ingresos estable y rentable para el país, se establecen dos preceptos que a la vez suscitan la polémica Lecuna-Torres, estos son: uno, la captación de la mayor cantidad de ingresos posibles provenientes de la actividad petrolera. Dos, esclarecer el uso de esa alta renta. En el primer precepto ambas corrientes estaban de acuerdo aunque en la forma existieran matices, no obstante, en el caso del uso que debía darse a la renta captada era donde radicaba el origen de la polémica.
Gumersindo Torres establece el criterio del impuesto como participación en las ganancias, además de la renta del suelo, plantea que esa renta vaya a parar a manos de los terratenientes como fuente de ingresos para financiar el desarrollo de la tierra, de la agroindustria.
Por su parte, Vicente Lecuna aunque no está de acuerdo con que la renta del suelo vaya a parar a manos de los terratenientes, concentra su esfuerzo en argumentar que el “necesario” aumento del ingreso petrolero tiene su origen en los impuestos, dado que el petróleo explotado en Venezuela es destinado a la exportación, Lecuna plantea que se debe percibir una mayor renta por vía del aumento de los impuestos a las empresas extranjeras.
A pesar de la ambigüedad en los conceptos, es decir, renta es en este caso por igual impuestos y renta del suelo, ambas categorías componen el ingreso nacional que había que aumentar. Además, la discusión discurre sin tocar el concepto de propiedad nacional o privada, Lecuna propone la administración de los recursos percibidos por concepto de impuestos a través del Estado dado que para tal administración se servía por entonces de la banca privada, de la cual Lecuna era representante. Es así como se concilian ambas propuestas, los terratenientes perciben la renta del suelo y la banca lo que corresponde a impuestos. Pero aún nos queda el segundo precepto, el uso de la renta. En este sentido se hace necesario exponer de manera general las dos posiciones, presentes no sólo en la promulgación de la Ley de Hidrocarburos de 1920, o la de 1943, sino a lo largo de nuestra historia contemporánea: “De un lado, con una política de librecambio y aranceles bajos, y con la abundante renta petrolera puesta en circulación por los diferentes mecanismos del presupuesto gubernamental, se abarataría de inmediato y de manera considerable el nivel de vida en Venezuela, al importarse alimentos de todo género y productos de consumo…”.6 Esta es la posición de la banca y el sector comercial, que a la larga se impuso.
“…Del otro lado, se podían imponer altos aranceles proteccionistas para alentar las actividades económicas existentes, o para crear nuevas, lo que implicaba un alto costo de la vida interno, pero así se permitiría la transformación de la renta en capital productivo…”.7 Esta postura plantea utilizar la renta para subsidiar a los sectores golpeados dado el auge del petróleo (fundamentalmente la agroindustria, que tenía como principal rubro de exportación el café).
Este proceso de definición cierra el ciclo que comenzara con las primeras concesiones para la explotación petrolera, con el tratado de reciprocidad comercial con Estados Unidos (1939) que determina el triunfo del proyecto captador de divisas e importador. No obstante, el otro proyecto mencionado (el de Adriani, Egaña, Uslar) estuvo en el poder con Medina Angarita (1941-1945), período que resumiremos en el carácter del mismo, basado en el principio de intervención del Estado como única vía de superar el modelo imperante percibido como parasitario y distorsionado por efecto del rentismo petrolero, se contradice el tratado de reciprocidad comercial antes mencionado, se implanta el control de cambio para establecer prioridades en las importaciones, entre otras medidas orientadas a captar la mayor renta para invertirla con propósitos reproductivos.

El desenlace 

La oligarquía financiera y comercial reacciona, se agrupa en Fedecamaras, y con apoyo norteamericano, de Acción Democrática, la iglesia y la Fuerza Armada Nacional de entonces, derrocan a Medina Angarita.
Por razones de espacio, no expondremos aspectos importantes de esta etapa que incluyen el contexto internacional de entonces, nos conformaremos con haber expuesto hasta aquí, el proceso de gestación del capitalismo rentístico venezolano, que siguió su curso hasta la llegada del Comandante Hugo Chávez Frías y la Revolución Bolivariana al poder en 1998.

La tarea: Edificar el Socialismo

El devenir de la estructura descrita es una pugna de clases sociales, definidas no por la clásica posición respecto a la producción, sino por su cercanía a la renta, por su posibilidad de captarla y legitimar el destino y los mecanismos de distribución de esa Renta Internacional.
De la Venezuela de principios del siglo XX hasta la actualidad la pugna sigue vigente: de un lado, las fracciones burguesas transnacionalizadas y sus proyectos subordinados al mercado global, y por otro, el pueblo antes excluido y su gobierno, participando en la tarea de edificar el Socialismo desde sus bases materiales hasta la cúspide: la Conciencia Social.  

Notas:



1 Bernard Mommer. La distribución de la renta petrolera, el desarrollo del capitalismo rentístico  venezolano.
2 Bernard Mommer. La Cuestión Petrolera.
3 Idem.
4 Domingo Alberto Rangel. Los andinos al poder, balance de la historia       contemporánea 1899-1945.
5 Idem.
6 Asdrúbal Baptista. Itinerario por la Economía Política. La Economía Política de Venezuela.
7 Idem

No hay comentarios:

Publicar un comentario