La primera característica
de la sociedad venezolana la constituye sin duda, el hecho de ser una sociedad
capitalista y rentística al mismo tiempo, aspecto central para entender el
desenvolvimiento de su estructura social y económica, acercarnos a esta
realidad es posible desde varias aristas, veamos:
Desde
el punto de vista histórico
A principio del siglo XX, la Venezuela antes
del petróleo era una Venezuela precapitalista, era un país rural, fuera de las
exportaciones de Café y Cacao y la actividad que generaba en puertos y a partir
de las casas comerciales, era un país basado en la economía de subsistencia,
cruzado por guerras civiles desde 1810, con caudillos ubicados por zonas de
influencia, sin vías de comunicación, ni escuelas, pocos estudiantes
universitarios. Es este el contexto que precede a la llegada de la explotación
petrolera a partir de las primeras concesiones mineras otorgadas a empresas extranjeras
a inicios del propio siglo XX, observemos ahora el marco en el cual se
otorgaban estas concesiones.
“…La legislación minera venezolana establecía, a principios de siglo, la
libre propiedad del Estado (…) este concepto implica que las minas constituyen
propiedad estatal, con lo cual se les niega la propiedad privada sobre las
mismas a los superficiarios…” 1 Esta
legislación de origen minero provenía de la época de El Libertador Simón
Bolívar en el siglo XIX, e implicaba la salvaguarda de la propiedad sobre minas
y yacimientos a pesar de las facilidades que se otorgaban tanto a las empresas
extranjeras como a la clase dominante de la época: los terratenientes. Podemos
resumir el contenido de esta legislación a partir de los siguientes aspectos:
En la ley de minas de 1909 se establecen
concesiones para la exploración y explotación petrolera a través de concesiones
mineras por tiempo limitado (para controlar la explotación de los yacimientos)
bajo la figura de contratos, con impuestos invariables y con opción a ser
renovadas esas concesiones. La naturaleza de los impuestos que se establecen
corresponden al que se percibe por parte del Estado al gravar cualquier otra
actividad (como la agricultura, ganadería…).
La primera perforación exitosa ocurre en 1912,
hasta entonces no existía la noción clara en los dirigentes del país, de la
importancia que tendría el petróleo en el futuro de Venezuela. Se puede
establecer el acaecimiento de la Primera Guerra Mundial como el punto clave que
permitió esclarecer la extraordinaria importancia del petróleo tanto en la
guerra como en la industria moderna en auge en el mundo, lo cual tuvo su
correspondiente en nuestro país expresado en el cambio de la libre propiedad
estatal a la propiedad nacional de los yacimientos. Veamos lo dicho por el
Ministro de Fomento de entonces, Gumersindo Torres: “…Hasta hace poco,
verdaderamente a ciegas se procedió en los contratos, que para exploraciones y
explotación del petróleo se celebraron, por lo que de ellos pocas o ningunas
ventajas ha obtenido la Nación…”2 Ya
era patente la intención del Estado de entonces de llegar a una nueva situación
que parte de la nueva definición de la Propiedad, definición que da origen a
nuevas relaciones que Torres expresa de la siguiente forma “En concepto de
la legislación venezolana vigente, las minas son de la Nación, puesto que su
concesión es temporal. El impuesto minero es, por consiguiente, una
participación en los beneficios…”. 3
Es en este marco que se promulgaría en 1920
la primera Ley de Hidrocarburos de Venezuela. Veamos en palabras de Domingo
Alberto Rangel algunas de las consecuencias del auge petrolero iniciado en esos
años: “El circuito monetario, que comenzaba en la Venezuela anterior cuando
se vendía la cosecha cafetera y se cerraba al utilizar la masa de divisas así
obtenidas en el exterior, cambia ahora su centro de gravedad. La moneda
venezolana encuentra en la oferta de divisas de las petroleras su principal
manadero. Se abre el proceso en el momento cuando las compañías adquieren bolívares
para pagar sus impuestos y salarios en el país. Y se cierra al disponer la
economía nacional de aquellos recursos para financiar sus importaciones. La
cosecha de café se ve relegada a un escalón subalterno porque ya no brotan de
ella los ingresos monetarios que, a través de ese circuito, mueven los
mecanismos del ingreso nacional”.4
Este desplazamiento en el ingreso nacional
que va de la fluctuante actividad cafetalera a los ingresos provenientes de la
actividad petrolera, en desarrollo por las empresas extranjeras, determina
también la naturaleza de la burguesía mercantil venezolana, y sienta las bases
de lo que hoy conocemos como la Venezuela rentista, es decir, esta burguesía
mercantil en auge lo está al amparo del ingreso proveniente del petróleo, y no
porque encabece el proceso de superación de las relaciones feudales en
Venezuela, o dicho en palabras de Domingo Alberto “…El petróleo permitió
ampliar los límites objetivos de la actividad mercantil sin ninguna
transformación interna (…) El petróleo emancipa la demanda de las fuentes
internas de producción. Al hacerlo es ya factible que el comercio crezca de
espaldas a la realidad íntima del país. Aún con la más generalizada miseria
campesina podían los comerciantes hinchar su prosperidad porque el ingreso
petrolero, domiciliado en las grandes ciudades de la costa, sostenía una
demanda de invernadero.” 5
El petróleo, fuente
estable de ingresos para el país
Podemos resumir el impacto de la explotación
petrolera antes descrito diciendo que el petróleo se convierte en una fuente
estable de ingresos para el país, desplazando a la actividad agrícola pero sin
que mediara una reforma agraria entre una sociedad precapitalista y una
capitalista, que sostuviera un proceso de industrialización, de desarrollo de
las fuerzas productivas. En cambio, el país comienza a acumular dólares y a
importar, fundamentalmente bienes y servicios para satisfacer la “demanda de
invernadero” ocasionada por las nuevas condiciones, y separada de las
condiciones internas de producción. Es así como se hace necesaria una política
monetaria que de cuenta de la nueva situación, que defina el uso de los
crecientes ingresos petroleros.
Arribamos de esta manera a un punto clave, de
definición de proyectos de utilización de la renta petrolera, y a la vez, se
define el rumbo hacia el capitalismo rentístico, este punto clave es el debate
Lecuna-Torres, que resumiremos a continuación:
Cuando el petróleo en Venezuela se traduce en
una fuente de ingresos estable y rentable para el país, se establecen dos
preceptos que a la vez suscitan la polémica Lecuna-Torres, estos son: uno, la
captación de la mayor cantidad de ingresos posibles provenientes de la
actividad petrolera. Dos, esclarecer el uso de esa alta renta. En el primer
precepto ambas corrientes estaban de acuerdo aunque en la forma existieran
matices, no obstante, en el caso del uso que debía darse a la renta captada era
donde radicaba el origen de la polémica.
Gumersindo Torres establece el criterio del
impuesto como participación en las ganancias, además de la renta del suelo,
plantea que esa renta vaya a parar a manos de los terratenientes como fuente de
ingresos para financiar el desarrollo de la tierra, de la agroindustria.
Por su parte, Vicente Lecuna aunque no está
de acuerdo con que la renta del suelo vaya a parar a manos de los
terratenientes, concentra su esfuerzo en argumentar que el “necesario” aumento
del ingreso petrolero tiene su origen en los impuestos, dado que el petróleo
explotado en Venezuela es destinado a la exportación, Lecuna plantea que se
debe percibir una mayor renta por vía del aumento de los impuestos a las
empresas extranjeras.
A pesar de la ambigüedad en los conceptos, es
decir, renta es en este caso por igual impuestos y renta del suelo, ambas
categorías componen el ingreso nacional que había que aumentar. Además, la
discusión discurre sin tocar el concepto de propiedad nacional o privada,
Lecuna propone la administración de los recursos percibidos por concepto de
impuestos a través del Estado dado que para tal administración se servía por
entonces de la banca privada, de la cual Lecuna era representante. Es así como
se concilian ambas propuestas, los terratenientes perciben la renta del suelo y
la banca lo que corresponde a impuestos. Pero aún nos queda el segundo
precepto, el uso de la renta. En este sentido se hace necesario exponer de
manera general las dos posiciones, presentes no sólo en la promulgación de la
Ley de Hidrocarburos de 1920, o la de 1943, sino a lo largo de nuestra historia
contemporánea: “De un lado, con una política de librecambio y aranceles
bajos, y con la abundante renta petrolera puesta en circulación por los
diferentes mecanismos del presupuesto gubernamental, se abarataría de inmediato
y de manera considerable el nivel de vida en Venezuela, al importarse alimentos
de todo género y productos de consumo…”.6
Esta es la posición de la banca y el sector comercial, que a la larga se
impuso.
“…Del otro lado, se podían imponer altos aranceles proteccionistas para
alentar las actividades económicas existentes, o para crear nuevas, lo que
implicaba un alto costo de la vida interno, pero así se permitiría la
transformación de la renta en capital productivo…”.7 Esta postura
plantea utilizar la renta para subsidiar a los sectores golpeados dado el auge del
petróleo (fundamentalmente la agroindustria, que tenía como principal rubro de
exportación el café).
Este proceso de definición cierra el ciclo
que comenzara con las primeras concesiones para la explotación petrolera, con
el tratado de reciprocidad comercial con Estados Unidos (1939) que determina el
triunfo del proyecto captador de divisas e importador. No obstante, el otro
proyecto mencionado (el de Adriani, Egaña, Uslar) estuvo en el poder con Medina
Angarita (1941-1945), período que resumiremos en el carácter del mismo, basado
en el principio de intervención del Estado como única vía de superar el modelo
imperante percibido como parasitario y distorsionado por efecto del rentismo
petrolero, se contradice el tratado de reciprocidad comercial antes mencionado,
se implanta el control de cambio para establecer prioridades en las
importaciones, entre otras medidas orientadas a captar la mayor renta para
invertirla con propósitos reproductivos.
El desenlace
La oligarquía
financiera y comercial reacciona, se agrupa en Fedecamaras, y con apoyo
norteamericano, de Acción Democrática, la iglesia y la Fuerza Armada Nacional
de entonces, derrocan a Medina Angarita.
Por razones de espacio, no expondremos
aspectos importantes de esta etapa que incluyen el contexto internacional de
entonces, nos conformaremos con haber expuesto hasta aquí, el proceso de
gestación del capitalismo rentístico venezolano, que siguió su curso hasta la
llegada del Comandante Hugo Chávez Frías y la Revolución Bolivariana al poder
en 1998.
La
tarea: Edificar el Socialismo
El devenir de la estructura descrita es una
pugna de clases sociales, definidas no por la clásica posición respecto a la
producción, sino por su cercanía a la renta, por su posibilidad de captarla y
legitimar el destino y los mecanismos de distribución de esa Renta
Internacional.
De la Venezuela de principios del siglo XX
hasta la actualidad la pugna sigue vigente: de un lado, las fracciones
burguesas transnacionalizadas y sus proyectos subordinados al mercado global, y
por otro, el pueblo antes excluido y su gobierno, participando en la tarea de
edificar el Socialismo desde sus bases materiales hasta la cúspide: la
Conciencia Social.
Notas:
1 Bernard
Mommer. La distribución de la renta petrolera, el desarrollo del capitalismo rentístico
venezolano.
2 Bernard
Mommer. La Cuestión Petrolera.
3 Idem.
4 Domingo
Alberto Rangel. Los andinos al poder, balance de la historia contemporánea 1899-1945.
5 Idem.
6 Asdrúbal
Baptista. Itinerario por la Economía Política. La Economía Política de
Venezuela.
7 Idem